miércoles, 27 de diciembre de 2006

4. EN EL NOMBRE DEL PADRE

TESTAMENTO DE LA HIJA DE JORGE ELIÉCER GAITÁN
- Cuarta parte -


Una quimera en el camino


Poco después de que Alvaro Uribe Vélez, haciéndose eco de la voluntad paramilitar, cerrara el Instituto Gaitán con el calumnioso pretexto de que yo había cometido serios y numerosos delitos, de los cuales la Fiscalía General de la República y la Contraloría General de la Nación me han exonerado, demostrando que no solo mi gestión fue pulcra y transparente sino que entregué todas mis economías a la buena marcha de la Entidad, el Presidente Hugo Chávez Frías, de manera espontánea, generosa y autónoma le dijo personalmente a mi hija que el gobierno bolivariano apoyaba la restauración del Instituto Gaitán para que los gaitanistas prosiguiéramos nuestra labor revolucionaria en pro de la conservación de la memoria de mi padre en la búsqueda por la instauración de una Democracia Directa y la promoción de una cultura popular participativa. Le dijo a mi hija María Valencia Gaitán, en el Teatro Teresa Carreño, que para concretar el apoyo debíamos ella y yo comunicarnos con María Chávez, su hija, y con la diputada indígena Noelí Pocaterra.

Fue así como inicié un interminable y permanente peregrinaje a Venezuela, hipotecando mi apartamento para subvenir a los sucesivos viajes en pos de María Chávez y Noemí Pocaterra. Nada dio resultado. Resolví volver a hablar con el Presidente Chávez y cuando logré tamaña hazaña me dijo personalmente que quien actuaría en su nombre era el Comandante Emiro Britto, su asistente personal allí presente, a quien calificó de hermano de toda su confianza. Con Britto las cosas no hicieron más que complicarse porque me puso la inaceptable condición de compartir con él un determinado porcentaje del aporte como recompensa a sus buenos oficios.
No desfallecí en mi empeño, pero en el ínterin la situación política fue cambiando. El proyecto de pasar los gaseoducto y oleoducto por terreno colombiano, fue acercando cada vez más al Presidente Chávez del Presidente Uribe, al que terminó llamando “mi querido amigo” y el camino fue cerrándose para quien, como yo, enfrentaba a Uribe en la tarea de mantener la herencia revolucionaria de Jorge Eliécer Gaitán en contra de la voluntad de los paramilitares, de Luis Carlos Restrepo y del propio Uribe, que se proponen, con el manejo fraudulento de la Casa-Museo Jorge Eliécer Gaitán, enterrar el verdadero legado socialista de Gaitán para convertirlo en una figura inofensiva de perfil pequeñoburgués y socialdemócrata, tal como lo que representa Luis Carlos Galán.

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