miércoles, 27 de diciembre de 2006

6. EN EL NOMBRE DEL PADRE

TESTAMENTO DE LA HIJA DE JORGE ELIÉCER GAITÁN
- Sexta parte -

Un decisión extrema

Por ello he tomado la decisión extrema de pedirle públicamente al Presidente Hugo Chávez que cumpla con su promesa de financiar el restablecimiento del Instituto Gaitán para que ejecute su cometido revolucionario y libertario. Así como ha ofrecido un millón de dólares para la Quinta de San Pedro Alejandrino, de la misma manera – en forma pública – puede la Venezuela Bolivariana, por conducto de su máximo líder, aportar los dineros que requiere la concreción del sueño de poner a marchar integralmente y acorde con la ideología gaitanista, el Instituto Gaitán y su Casa-Museo Jorge Eliécer Gaitán, porque Gaitán merece seguir viviendo en el alma y el recuerdo populares como representante de las ideas socialistas y revolucionarias en Colombia.
Mi petición se extiende también a que el Presidente Chávez y su gobierno cumplan integralmente lo ordenado por el Acuerdo de la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela expedido el día 6 de abril de 2006, año 195 de la Independencia y 147 de la Federación. “con motivo de conmemorarse el quincuagésimo octavo aniversario del asesinato del jurista y líder socialista latinoamericano, Jorge Eliécer Gaitán”,
No pido que el dinero para terminar El Exploratorio y poner a marchar el Instituto Gaitán con ideas gaitanistas me lo entregue a mí sino que se lo dé a su amigo Alvaro Uribe Vélez, quien tomó mañosamente posesión de la Casa-Museo Jorge Eliécer Gaitán, se apoderó ilegalmente de los muebles y enseres que se exhibían allí y que son de propiedad de mi familia, ya que le pertenecieron a la sociedad conyugal conformada por mis padres y yo los heredé de mi madre cuando ella murió, incluyendo el automóvil que fue de mi padre y me quedó en herencia en la hijuela de su sucesión. Y mi archivo personal y el de mi madre, donde estaban las cartas de amor entre ella y mi padre, elementos que, violando el estado de derecho, se negaron a entregarme. Los reclamo con vehemencia porque rechazo la idea de que esos bienes sagrados estén en manos de quienes quieren enterrar y tergiversar el legado revolucionario de mi padre.
Pido que Álvaro Uribe Vélez, en cumplimiento de la Ley colombiana vigente No. 425 de 1998, con el dinero que ha de entregar el Presidente Chávez y sin necesidad de que medie una acción de cumplimiento, termine la construcción de El Exploratorio Nacional concebido como sede del Cuarto Poder de una futura Democracia Directa a fin de que, mientras llega el momento histórico en que el puño de Gaitán retome la espada de Bolívar para imponer en Colombia una Democracia Directa, que sustituya a la democracia burguesa o representativa que hoy nos domina, en ese inmueble se pongan en marcha el MUSEO DE LAS LUCHAS POPULARES (no el Museo de Historia Contemporánea que le dé cabida a la historia de los dominadores) y el METISEO para construir una cultura popular participativa, autodeterminante, autosuficiente y protagónica. Y pido que también el Congreso cumpla a cabalidad lo que de dicha Ley le corresponde.
Finalmente pido que la conducción de ese instituto se le entregue a la ASOCIACIÓN DE AMIGOS DE JORGE ELIÉCER GAITÁN, de la cual yo no hago parte sino un grupo de leales colombianos que preservan la auténtica memoria del líder popular, ya que es el gaitanismo quien debe tener en sus manos la conservación de la memoria de mi padre y no gentes que al servicio de la ideología reaccionaria y burguesa de Álvaro Uribe Vélez pretenden cooptar la figura del líder popular para alimentar sus apetitos insaciables de poder personal y egoístas ambiciones. El Exploratorio Nacional, el Instituto Gaitán y la Casa-Museo Gaitán han de preservar la memoria revolucionaria, socialista, anticapitalista, antiimperialista y antiparamilitar que abanderó mi padre
[1].
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[1] Para conocer el pensamiento antiparamilitar de Jorge Eliécer Gaitán deben leerse los memoriales de agravios a Ospina Pérez donde se describía el genocidio al pueblo gaitanista gestado por quienes organizaron las fuerzas paramilitares de la época con sicarios contratados por los hacendados y el gobierno a los cuales se les dio el nombre de “chuladitas”.

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